En busca del neomudéjar madrileño. 4ª parte: docencia y vivienda

Con esta cuarta entrada dedicada a la enseñanza y la vivienda, concluimos nuestra búsqueda de edificios de estilo neomudéjar a lo largo y ancho de la geografía madrileña, en la que no están todos los que son, pero si son todos los que están. A partir de ahora, espero que seamos capaces de valorar en su justa medida este estilo arquitectónico, popular, barato y duradero, que tan frecuente fue en el Madrid de finales del XIX y principios del XX.

Docencia

Escuela de Veterinaria – I.E.S. Cervantes (Ronda de Toledo, 9)

Escuela de Veterinaria (1)

La Facultad de Veterinaria, heredera de instituciones que tuvieron su origen en la edad Media. Así, el Real Tribunal del Protoalbeiterato del s. XV, daría paso a la primera escuela de veterinaria creada en España en el año 1793, el Real Colegio Escuela de Veterinaria de Madrid, situado en el convento de los Agustinos Descalzos Recoletos, donde hoy se encuentra la Biblioteca Nacional, siendo de carácter militar hasta 1840, y conviviendo con el Real Tribunal del Protoalbeiterato hasta la supresión de éste en 1847.

En 1862 paso a ocupar un edificio de la carrera de San Francisco, 13, para en 1877 ser de nuevo trasladada a un caserón cercano a la Ronda de Toledo, en el conocido como Casino de la Reina, donde estuvo hasta la construcción del edificio que nos ocupa en la Glorieta de Embajadores, actual I.E.S. Cervantes.

El proyecto del arquitecto Francisco Jareño de Alarcón fue presentado el 1 de mayo de 1877, aprobado por S. M. Alfonso XII el 17 de agosto de ese mismo año. Eligiéndose de entre tres propuestas económicas, la realizada por Mariano Benito de Miguel, que se comprometía a ejecutar la obra por 545.280 pesetas. Su construcción se inició el 30 de noviembre de 1877 con la colocación de la primera piedra en una ceremonia presidida por el conde de Toreno, ministro de Fomento, en representación del monarca, y la recepción definitiva del nuevo edificio fue aprobada el 22 de abril de 1882, comenzando a impartirse clases en septiembre de ese mismo año.

El proyecto inicial presentaba planta cuadrangular, de 2460 m2 de superficie, construido en torno a un patio cuadrado ajardinado, con dos pabellones a modo de anfiteatros de forma octogonal en sus lados norte y sur, que se asemejan a los cuerpos bajos de las torres mudéjares y una pequeña capilla en el lado oeste, situando en el centro del patio pequeño pabellón de planta octogonal destinado a forja y herradero de caballos, que finalmente fue eliminado.

El edificio, construido en fábrica de ladrillo, cuenta con dos plantas principales de 6 y 7 metros de altura, más un piso bajo con funciones de sótano que aprovecha el desnivel de la parcela. Las fachadas están recorridas por vanos de perfil carpanel en planta baja y de medio punto en la superior. Además, cuenta con un zócalo de piedra berroqueña, dos líneas de imposta y cornisa de arquillos ciegos a lo largo de todo el edificio, y sobre seis de los vértices de los pabellones octogonales aparecen pináculos de remate. En la entrada principal, bajo la cornisa, rematada con un perfil escalonado con un reloj, Jareño situaba ocho medallones, de los que finalmente solo se colocarían cuatro, con las efigies de personajes ilustres de la Veterinaria, aunque solo se tiene constancia de la identidad de uno de ellos: Carlos Risueño Mora, director Real Colegio de Veterinaria de Madrid, académico de honor de la Academia de Ciencias Naturales y catedrático de Patología General y Particular.

Una vez en el interior, un amplio vestíbulo de planta cuadrada, de 12 m. de lado, cubierto con nueve bóvedas de arista, daba paso a la galería de circulación y la escalera principal. En esta zona delantera de la planta baja se localizaban las salas y gabinetes de profesores, salas de alumnos de guardia, conserjería, portería, farmacia y consulta pública, mientras que en la zona posterior, inicialmente dedicada a hospital clínico, están los dos accesos al jardín y diversas instalaciones como potro, establo de vacas lecheras, cuadra de caballos, cuadra de aislamiento, jaulas, perrera, y sala de observación, y entre ambas zonas, en los pabellones octogonales de 160 m2, se situaban las dos cátedras. Años más tarde se añadiría en la fachada trasera un pabellón, igualmente octogonal, de mayor profundidad que los dos existentes.

En 1958 la Escuela de Veterinaria se trasladó a la Ciudad Universitaria y el edificio de Embajadores fue cedido y remodelado para convertirse en el Instituto de Enseñanza Secundaria Cervantes, inaugurado en 1960.

Escuelas Aguirre – Casa Árabe e Instituto Internacional de Estudios Árabes y del Mundo Musulmán (Alcalá, 62)

Escuelas Aguirre (25)

Las Escuelas Aguirre se fundan por deseo de don Lucas Aguirre y Juárez, filántropo conquense, que a su muerte legó gran parte de su fortuna para el sostenimiento de establecimientos educativos, construyéndose de este modo las Escuelas Aguirre de Madrid, sobre unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento en la confluencia de las calles de O´Donnell y Alcalá, junto al Parque del Retiro.

Fueron construidas según proyecto del arquitecto Emilio Rodríguez Ayuso, quien aportó novedades muy significativas para la época, como gimnasio, biblioteca, museo escolar, patio de recreo, sala de música y observatorio meteorológico, situado en la torre de tres cuerpos de 37 metros de altura, decorada con óculos, arcos apuntados ciegos entrelazados y el habitual reloj, y rematada por un mirador de hierro y cristal.

Se trata de un edificio exento de planta rectangular, que disminuye su superficie en el piso principal para formar una U que deja un patio sobre el tejado de la planta baja abierto a la fachada posterior. En la planta baja se situaban las aulas y en la superior la biblioteca, sala de juntas y viviendas para los profesores.

Tras el pabellón de fachada, en 2ª crujía y centrado sobre el eje, se coloca el núcleo de escaleras, y sobre este la torre ya mencionada. El resto de los pabellones y las verjas del jardín las proyectaría igualmente Rodríguez Ayuso en años posteriores.

La primera piedra fue colocada en 1881 por el albacea de Aguirre, Manuel María José de Galdó, siendo inaugurado 18 de octubre de 1886, comenzando a funcionar al día siguiente con dos clases de párvulos.

Su estilo neomudéjar utiliza el ladrillo como elemento tanto estructural como decorativo, con los habituales motivos de lazos, rombos o dientes de sierra, si bien en este caso, su autor empleó utilizó también la piedra, que aparece combinada con el ladrillo en impostas, cornisas y dinteles.

A lo largo de su historia, el edificio se ha visto modificado por diversas reformas, dirigidas por arquitectos como Bellido, Flórez o Giner de los Ríos, como la efectuada en 1931, cuando se amplía el sótano bajo una de las alas del edificio, iluminado gracias a un patio inglés en uno de los laterales para instalar cocinas y comedores.

Tras el cese de la actividad escolar en 1971, en 1998 se acomete una nueva reforma para adaptar el edificio a su nuevo uso como Escuela Municipal de Formación, alterándose considerablemente la concepción inicial del edificio, al construirse dos entreplantas para aulas en el interior de los patios cubierto y dos nuevas escaleras, y aprovechando para reordenar los accesos, eliminan las barreras arquitectónicas.

Finalmente, en 2006 se acometió una profunda remodelación interior, manteniendo la imagen exterior, con el objetivo de ser a partir de entonces la sede de la Casa Árabe e Instituto Internacional de Estudios Árabes y del Mundo Musulmán, inaugurada en 2008. En la reforma se reviste la fábrica de ladrillo del interior, conservándose vistos únicamente los arcos de paso. Los patios simétricos se cubren mediante forjados para crear salas de exposiciones, se renuevan las escaleras originales y se construyen dos cajas de cristal en los patios, separadas por una línea de pilares circulares. Por su parte la ampliación de 1931 sigue manteniendo su uso como comedor y cocina, actualmente en uso por parte del restaurante de cocina libanesa Shukran, que utiliza parte del jardín delantero como terraza.

Hasta hace algunos años, sobre el tejado del edificio situado tras las Escuelas Aguirre edificio se podía ver el luminoso de la marca de neumáticos Firestone, instalado en 1956 y desmontado en 2014 por no cumplir las ordenanzas del Ayuntamiento. No tuvo tanta suerte como el Tío Pepe.

Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos – Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (C.E.S.E.D.E.N.) (Paseo de la Castellana, 61)

Colegio de Sordomudos (1)

A finales del s. XIX, resultaba evidente la situación de deterioro y la insuficiencia de las instalaciones del caserón, construido en 1866 por Francisco Jareño en la calle de San Mateo, que alojaba la Escuela Nacional de Sordomudos y Ciegos, fundada como Colegio de Sordomudos en 1805 por iniciativa de la Sociedad Económica Matritense, y fusionada en 1852 con la Escuela Normal de Ciegos. Se decidió entonces construir un edificio más grande y capaz, en unos terrenos situados en la finca de la Moncloa, aunque finalmente se construiría en la manzana delimitada por el paseo de la Castellana, las calles de Bretón de los Herreros y de Zurbano y la plaza de San Juan de la Cruz, frente a lo que fue el Cerro del Viento, el lugar que el poeta y premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez bautizó como Colina de los Chopos en los llamados Altos del Hipódromo.

Para ello, se pensó en aprovechar los cimientos del que estaba previsto fuera sede de la sección femenina de la Institución Libre de Enseñanza, un edificio que había comenzado a construir Carlos Velasco Peinado en 1883, tras una larga polémica con el Ayuntamiento al unirse dos manzanas y suprimirse un tramo de la calle de Espronceda, y cuyas obras estaban paralizadas. Reanudadas las obras en 1894, fueron denunciadas al año siguiente por carecer de la correspondiente licencia, por lo que su construcción no finalizaría hasta 1898.

Para la construcción del nuevo edificio se eligió a Ricardo Velázquez Bosco, que ya estaba trabajando en el proyecto de la Moncloa, encargándose al arquitecto que adaptara el proyecto inicial a las nuevas dimensiones del solar, nueve veces menor, a la vez que debía conservar las cimentaciones ya existentes.

Velázquez Bosco realizó un nuevo proyecto adaptándose a esos dos condicionantes, cuyo resultado fue un magnífico de estilo neomudéjar ecléctico, en el que el autor, fiel a su estilo, mezclaba elementos las diferentes arquitecturas llamadas historicistas, con elementos innovadores como el hierro, el cristal o la cerámica, adaptando el edificio a la parcela triangular mediante un cuerpo principal alargado, con pabellones adelantados en los extremos, alineado con el paseo de la Castellana, al que adosó un cuerpo transversal con un pabellón en ángulo situado en su extremo para poder adaptarse al trazado de la calle Zurbano.

Destaca en su fachada principal, el pórtico de orden clásico al que se accede por una escalinata, que contrasta con el resto del edificio realizado en fábrica de ladrillo con remates de granito y piedra artificial. Tras la Guerra Civil el edificio paso a ser la sede de la Escuela Superior del Ejército, siendo ampliado por el ingeniero Medrano, quien, con buen criterio, mantuvo el mismo estilo en los nuevos pabellones. En la actualidad es la sede del Centro de Estudios de la Defensa Nacional (C.E.S.E.D.E.N.)

Seminario Conciliar (San Buenaventura, 9)

Seminario Conciliar

En 1891, con proyecto de Francisco de Cubas, comenzó la construcción de un edificio destinado a la formación de los futuros sacerdotes de la diócesis en el paseo del Cisne, 203 (actual Eduardo Dato). Sin embargo, poco después de iniciada la construcción, el obispado decidió que la ubicación definitiva del seminario estaría en las Vistillas, en el terreno que ocupaba el antiguo palacio del duque de Osuna., adquiridos tras el fallecimiento del XV duque del Infantado y XII duque de Osuna, Mariano Téllez-Girón y Beaufort Spontin. El duque había fallecido dejando grandes deudas, que los acreedores se cobraron vendiendo en 1894 dicho palacio a la archidiócesis de Madrid, que lo derribó para construir el seminario. Los jardines de la finca se conservaron, tras ser adquiridos por el Ayuntamiento de Madrid, naciendo así los jardines de Las Vistillas.

Habría que esperar hasta 1901 para que los arquitectos Miguel de Olabarría y Ricardo García Guereta elaboren el proyecto, en el que se modificaba el proyecto inicial del Marqués de Cubas, y al año siguiente para que dieran comienzo las obras, con un proyecto considerablemente modificado, una vez más, que contemplaba una capilla de mayores dimensiones a la vez que prescindía de algunos de los pabellones previstos en el proyecto inicial. Tras la muerte de Olabarría en 1904, se harían cargo de las obras García Guereta y Juan Moya Idígoras, inaugurándose el 23 de octubre de 1906.

Se trata de un edificio de planta rectangular, con crujía central, fachadas con grandes vanos con torreones en las esquinas y una gran torre de sobre la entrada principal situada en la fachada este, lo que da al edificio un carácter casi de fortaleza militar.

Se distribuye simétricamente en torno a dos patios también rectangulares y un cuerpo central, en el que se sitúa la iglesia, con planta de cruz latina de una sola nave, con el presbiterio y el ábside sobresaliendo del edificio hacia el oeste. De estilo neomudéjar, como el resto del edificio, su interior, como en la mayoría de las iglesias de la época es claramente neogótico.

Colegio de la Inmaculada y San Pedro Claver (I.C.A.I.) (Alberto Aguilera, 23)

ICADE (9)

Este edificio fue construido por la Compañía de Jesús según proyecto del arquitecto Enrique Fort y Guyenet, para establecer el Instituto Católico de Artes e Industrias (I.C.A.I), con un planteamiento general muy parecido al del Seminario Conciliar, al ubicar la capilla en una crujía central que divide la planta en dos patios simétricos.

Debido a lo ambicioso del proyecto, se construyó en varias fases comenzando por el núcleo central y el ala oeste, destinada a escuelas y taller, con gimnasio, aulas, dependencias administrativas y salón de actos distribuidos en torno a un gran patio central.

Posteriormente se construyó la capilla neogótica con entrada por la calle Santa Cruz de Marcenado, y en una tercera fase se creó el ala este en torno a un nuevo patio, completando así la simetría del edificio, que ocupa toda la manzana delimitada por las calles Mártires de Alcalá, Alberto Aguilera, Baltasar Gracián y la ya mencionada Santa Cruz de Marcenado.

Fort recurrió al neomudéjar ecléctico, en el que se ha abandonado el carácter historicista, para presentar un espíritu práctico, casi industrial, utilizando en las cuatro fachadas el mismo esquema decorativo, en el que únicamente las cornisas, algunos remates y los torreones de las esquinas destacan sobre la sencillez general de los paramentos.

La iglesia, bajo la advocación de la Inmaculada y San Pedro Claver, presenta planta trapezoidal, con el interior está dispuesto en tres naves, una central de 33m de longitud, y dos laterales, con el presbiterio y los dos altares de las naves laterales elevados sobre el suelo de las naves y al mismo nivel que el resto el edificio.

Dado que la cota de altura de la calle Santa Cruz de Marcenado está casi dos metros por debajo de la cota de la calle Alberto Aguilera, el acceso a la iglesia se realiza mediante una escalinata que da acceso por la puerta principal. La fachada está decorada con un arco ojival retranqueado y enmarcado y sobre ella se eleva un esbelto torreón de 26m de altura.

El 11 de mayo de 1931, el I.C.A.I., como otros muchos edificios de carácter religioso, es incendiado por elementos de la izquierda más radical, ante la absoluta pasividad del gobierno de la II República, perdiéndose en el lamentable siniestro la Biblioteca del Instituto Católico de Artes e Industrias con más de 20.000 volúmenes y obras únicas en España, además del archivo del paleógrafo Zacarías García Villada, resultado de toda una vida de investigación.

En el año 1939, al término de la Guerra Civil, se volvería a impartir clases en los edificios restaurados, recuperándose la iglesia y el salón de actos algunos años después.

Residencia de estudiantes (Pinar, 21-23)

Residencia de Estudiantes

La Residencia de Estudiantes de Madrid fundada en 1910 por la Junta para Ampliación de Estudios se encuentra situada en los Altos del Hipódromo. Se trata de un conjunto de edificios de estilo neomudéjar provistos de los mejores adelantos de la época.

Su construcción se inició en 1913 según proyecto del arquitecto Antonio Flórez Urdapilleta, que supo aprovechar las inmejorables condiciones de luz que permitían su privilegiado emplazamiento en el lugar conocido como los Altos del Hipódromo

Floréz se inspiró en las basado en las ideas defendidas por los arquitectos afines a la Institución Libre de Enseñanza, que apostaban por una arquitectura de tradición mudéjar con un carácter eminentemente funcional. Los ”Pabellones Gemelos”, con su pureza de líneas que se veía realzada por una decoración austera, fueron terminados de construir en 1913, siendo los primeros edificios del complejo.

Un año después se concluyó el “Pabellón Transatlántico”, concebido por Flórez como un edificio de uso mixto que combina los dormitorios, situados en plantas superiores con los laboratorios de las inferiores. Presenta planta de rectángulo alargado, con el piso bajo acristalado, galería en el superior y un ático flanqueado por torreones en sus extremos, presenta una concepción arquitectónica similar a los demás edificios de la Residencia pero con una carga mayor de regionalismo, destacando la galería del piso superior y el bello labrado de la madera en zapatas y aleros.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Años más tarde, entre 1915 y 1916, la Residencia de Estudiantes sería ampliada por el arquitecto Javier de Luque, tras el abandono de Flórez, con otros dos pabellones diseñados respetando el estilo de los existentes. El primero construido, el nº 4 -conocido como el “Pabellón Central» o «la Casa»-, incluía dormitorios y servicios generales como el comedor, las oficinas de dirección y el salón de actos; mientras que el nº 5, estaba destinado en un principio a acoger una gran biblioteca y más dormitorios.

A estos edificios se sumó en 1923 otro de menor tamaño, situado junto a la calle Pinar, como vivienda del entonces director de la Residencia de Estudiantes, Alberto Jiménez Fraud. Y a la entrada, todavía se halla el pequeño pabellón de portería exento diseñado por Flórez, que recuerda otro similar del mismo autor en el Casino de la Reina.

Residencia Estudiantes (10)

Pero al margen de cuestiones arquitectónicas, la Residencia de Estudiantes fue desde su fundación, el primer centro cultural de España, una de las experiencias más fructíferas de creación e intercambio científico y artístico de la Europa de entreguerras, y un importantísimo medio de difusión de la modernidad en España.

Entre los residentes, surgieron muchas de las figuras más destacadas de la cultura española del siglo XX, como Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel o Severo Ochoa, y entre sus muros era frecuente ver a visitantes como Miguel de Unamuno, Alfonso Reyes, Manuel de Falla, Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset, Manuel B. Cossío, Francisco Giner de los Ríos Ricardo Rubio, Pedro Salinas, Blas Cabrera, Eugenio d’Ors o Rafael Alberti, entre otros muchos personajes ilustres del mundo de la cultura, el arte y la ciencia. Y entre los visitantes extranjeros, Albert Einstein, Paul Valéry, Marie Curie, Igor Stravinsky, John M. Keynes, Alexander Calder, Walter Gropius, Henri Bergson y Le Corbusier. La lista completa sería interminable.

Real Colegio e Iglesia de Nuestra Señora de Loreto (O´Donnell, 61)

Real Colegio de Nuestra Señora de Loreto (10)

Este centro de enseñanza fue un encargo del Real Patronato, fundado por Felipe II en 1581, a José Segundo de Lema, Arquitecto Mayor de Palacio en el año 1886, quien para la realización del proyecto contó con la ayuda de Enrique Repullés Segarra, por aquel entonces aún arquitecto auxiliar y su ayudante.

Tras comenzar en 1882 el derribo del antiguo Colegio y su iglesia barroca, situados en la calle Atocha, a la altura del nº 55 – donde el 24 de enero de 1977 tuvo lugar el atentado contra los abogados laboralistas – la construcción del nuevo edificio dio comienzo en 1884, teniendo que esperar para su inauguración hasta 1894, año en que la Reina Regente Dª. María Cristina de Habsburgo-Lorena, confió por 25 años a la Comunidad de Religiosas Agustinas de la Asunción la dirección y cuidado del colegio.

Durante el tiempo que duró la construcción del nuevo colegio, las alumnas fueron repartidas de tal modo que las internas, generalmente huérfanas, fueron enviadas al colegio de la Sagrada Familia en la calle de San Agustín, mientras que las alumnas externas, o de pago, continuaron sus clases en dos hoteles del paseo de la Castellana.

Para las fachadas, el arquitecto escogió una sencilla decoración geométrica, alejada de la profusión decorativa habitual en el neomudéjar de la época de construcción del colegio. El edificio principal, destinado a Colegio y sus servicios, presenta fachada a O’Donnell y sencillas crujías en torno a un patio interior. A continuación, se situaban el patio de entrada y la vivienda de los religiosos y trabajadores del centro, actualmente desaparecida y sustituida por un edificio de viviendas situado en la esquina de la calle del Doctor Esquerdo.

En el lado opuesto, con fachada a Duque de Sesto, se encuentra la iglesia de tres naves, la central más alta, y dos coros, uno para las alumnas. La sacristía estaba adosada al templo, junto a la huerta, a lo que habría que añadir un jardín, hoy desaparecido al igual que la huerta, que llegaba hasta el paseo de Ronda (actual Doctor Esquerdo).

Colegio de María Inmaculada – Casa de Beneficencia de las Hijas de la Caridad de San Vicente Paúl (Paseo del General Martínez Campos 16, 18)

Colegio María Inmaculada (2)

Proyectado por Rafael Martínez Zapatero, colaborador habitual de J. Bautista Lázaro, este edificio presenta un cuerpo longitudinal paralelo a la calle rematado por pabellones avanzados y un resalte en el centro que da paso a la capilla, dispuesta transversalmente, bajo la cual, se sitúa el salón de actos.

Para el interior se renunció al neogótico habitual en favor de un neorrománico heterodoxo con bóvedas de crucería de medio punto y columnillas adosadas.

En cuanto al exterior, se utilizó el habitual ladrillo del neomudéjar, en este caso de color muy oscuro, con remates y refuerzos en piedra artificial.

Vivienda

Calle Jorge Juan 16 (3)

El Neomudéjar pasó inmediatamente a ser un estilo muy popular en los nuevos barrios del Ensanche Madrid, en ocasiones en una forma básica y modesta, en viviendas de una o dos alturas, y en otras, con una calidad y un despliegue decorativo y mucho mayores, como es el caso de los edificios de viviendas realizados por Francisco de Cubas o Francisco Jareño. El material principal seguía siendo el ladrillo, y los modelos se iban repitiendo de un edificio a otro sin grandes variaciones. De este modo, el neomudéjar se convirtió en Madrid, en la única alternativa económica frente a los aparatosos y mucho más costosos estilos neogótico y neobarroco, que solo las clases más acomodadas y la aristocracia, se podían permitir a la hora de construir sus viviendas. 

Lamentablemente, una gran parte de ese patrimonio arquitectónico ha desaparecido, víctima de la Guerra Civil, el desarrollo o la especulación, al no contar con ningún tipo de protección. Sirvan de ejemplo la torre Bofarull, situada frente a la Casa de Campo en lo que actualmente es el paseo de Extremadura o el hotelito de la calle Hilarión Eslava, 7 donde vivió D. Benito Pérez Galdós. 

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Paseando por las calles madrileñas, tendremos ocasión de descubrir numerosos edificios de viviendas construidos en estilo neomudéjar. No tendremos nada más que levantar un poco la vista y tanto en el centro histórico como en los barrios de Chamberí, Arguelles, Salamanca, Arganzuela, Tetuán…, nos encontraremos con un neomudéjar en la mayor parte de los casos eminentemente funcional y alejado de ostentaciones y alardes decorativos.

Y ahora, creo que merece la pena detenerse en algunos de los edificios de uso residencial, algunos de especial interés y valor arquitectónico, que se construyeron en Madrid, o sus alrededores, durante el periodo de máximo esplendor de este singular estilo arquitectónico.

Palacete de D. Guillermo de Osma – Instituto de Valencia de Don Juan (Fortuny, 43)

Instituto Valencia de Don Juan (4)

Este edificio fue construido por encargo de Guillermo Joaquín de Osma y Scull, Duque de Osma y Conde de Valencia de Don Juan. El arquitecto Enrique Fort y Guyenet fue el encargado de llevar a cabo la construcción de este singular edificio, considerado un magnífico ejemplo del estilo neomudéjar aplicado a la arquitectura civil.

En este caso estamos ante un palacete o casa-palacio con jardín interior, para el que Fort se inspiró en la arquitectura árabe para construir una vivienda independiente de fábrica de ladrillo visto con una decoración inspirada en la giralda de Sevilla. Las cuatro alturas están separadas por una marcada línea de imposta y los vanos adintelados del piso inferior se van alternando con otros en forma de arcos de herradura enmarcados con alfiz. Para la cubierta se recurrió a cubierta remates de almenas escalonadas y cubiertas a dos aguas muy voladas combinadas con otras planas.

En 1912 el arquitecto Luís Mosteiro realizó la primera reforma, y en 1916, tras la decisión de los propietarios de convertir el edificio en Fundación y Museo, el arquitecto Vicente García Cabrera reformó el interior para adaptarlo su nuevo uso, construyendo un nuevo pabellón de estilo neomudéjar con una portada a la calle Fortuny se estilo neogótico, inspirada en la del antiguo Hospital de La Latina. Tras la Guerra Civil, Modesto López Otero añadió el ala oeste con fachada a la calle Eduardo Dato, y finalmente, la Comunidad de Madrid realizaría una profunda restauración a cargo de José Luis González García.

En la actualidad, el Museo del Instituto de Valencia de Don Juan, atesora una importante colección de cerámica desde la Edad Media, tanto musulmana como cristiana,  piezas del Buen Retiro, Capodimonte o Meissen, tapices, mobiliario, escultura, armas, numismática, orfebrería y pintura de diferentes escuelas, con obras de artistas como Goya, El Greco, Claudio Coello, o Juan Pantoja de la Cruz, a lo que hay que añadir una importantísima biblioteca, con más de 40.000 documento, que abarca desde la Edad Media hasta el s. XIX, entre cuyos volúmenes destacan los archivos de los Secretarios de Felipe II, Mateo Vázquez y Antonio Pérez.

Casa de las Bolas (Alcalá, 145, 147 y 149; Goya, 66 y 68)

Casa de las Bolas (1)

La Casa de las Bolas, cinco edificios que ocupan en su totalidad la manzana triangular delimitada por las calles de Alcalá, General Diaz Porlier y Goya, fue construida entre 1885 y 1895 según proyecto del arquitecto Julián Marín y estando destinados al alquiler a familias de la clase media.

Los edificios, independientes entre sí, estaban configurados en planta por dobles crujías dispuestas perimetralmente, con dos patios interiores triangulares. Los alzados presentan un basamento con la planta baja, y cuerpo superior con cuatro pisos y en cuyos paramentos se alternan el ladrillo visto y el revoco con decoraciones clasicistas en ménsulas, guardapolvos y pilastras. Años más tarde, concretamente en 1905, el edificio sería ampliado por Luis Sanz de los Terreros, siendo rehabilitado a mediados de los 90.

En este caso, el estilo neomudéjar presenta motivos decorativos muy similares a los utilizados en su momento en la desaparecida Plaza de Toros de Goya, con ladrillos de tres colores, azulejos, policromados, tramas romboidales, arcos de herradura, mocárabes y cupulillas de coronación, y sus características semiesferas de varios colores, aplicadas  a los torreones de dos de sus esquinas. Destacan igualmente las balconadas corridas realizadas en forja y las terrazas retranqueadas, que rompen la monotonía de la fachada a la vez que marcan las divisiones verticales.

Obra del mismo arquitecto, eran igualmente los hotelitos de esquina de la colonia del Madrid Moderno de la Guindalera, de los que solo ha sobrevivido uno, que presentan motivos decorativos muy similares, con un estilo calificado en su momento por el Cronista de la Villa Pedro de Répide como “original, pero chocarrero”.

Vivienda-Estudio de Jean Laurent – Colegio Francisco de Quevedo (Granada, 16)

Calle Granada (1)

El francés Jean Laurent, uno de los pioneros de la fotografía en Madrid encargó en 1884 la construcción de su casa-estudio-laboratorio al arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, quien diseñaría un espacioso edificio situado en la esquina de las calles de Granada y Narciso Serra, en el distrito de Retiro. El propio arquitecto describía así el inmueble:

“Destinada a habitación y talleres de estampación del establecimiento fotográfico de los Señores J. Laurent y Cía. en el solar situado en la calle de Granada esquina a la de Narciso Serra, constará de piso de sótanos de 4 metros de altura, de planta baja de 4,35 m. de altura y de planta principal en la cual, según se indica en los adjuntos planos estará situada la galería y los talleres”

Sus dos fachadas están realizadas en ladrillo prensado, sobre un zócalo de granito y adornos de cerámica, procedentes de la Fábrica de Cerámica de la Moncloa, entonces dirigida por los Zuloaga. Contaba con tres plantas de alturas diferentes, con un sótano ideado para albergar talleres, depósito de maquinaria y almacenes; en la planta baja se encontraba el espacio para recibir y atender a los clientes, el despacho y el archivo gráfico; en la planta principal talleres, estudios fotográficos propiamente dichos, las distintas dependencias del laboratorio y la vivienda familiar. Una azotea con balaustrada, hoy desaparecida, remataba el edificio.

Lo más singular de este edificio eran los seis vanos acristalados, enrejados en el semisótano y adintelados en la planta baja, junto con otros cinco de mayores dimensiones en el piso principal, que dotaban de gran luminosidad al interior. En 1930 se añadió un piso en la fachada a la calle Narciso Serra y en 1940 paso a ser utilizado como colegio. En la actualidad el edificio está ocupado por el Colegio Público Francisco de Quevedo.

Edificio de viviendas (Calle de Toledo, 122)

Calle Toledo (5)

Construido en el año 1885 por los arquitectos Lucas Raboso López y Luis Sanz Trompeta por encargo del constructor Francisco Lebrero para venta y alquiler de viviendas, fue realizado con estructura de vigas de hierro.

Destaca el torreón con reloj rematado con cúpula y una veleta de forja, al igual que los balcones de la fachada.

Para concluir nuestro recorrido en busca del neomudéjar madrileño, os propongo acercarnos a la cercana Alcalá de Henares, ciudad en la que se encuentra el Palacio Laredo, uno de los edificios más originales construidos en la Comunidad de Madrid en este estilo arquitectónico, al que en los últimos meses, DE REBUS MATRITENSIS ha dedicado cuatro entradas.

Palacio de Laredo – Fundación General de la Universidad de Alcalá y Centro de Estudios Cervantinos. (Paseo de la Estación, 10 – Alcalá de Henares)

Palacio Laredo (1)

Construido entre 1880 y 1884, el Palacio Laredo, actualmente sede de la Fundación General de la Universidad de Alcalá y Centro de Estudios Cervantinos, es uno de los monumentos más singulares de la ciudad complutense.

Aunque desconocemos el nombre del arquitecto que proyectó el Palacio Laredo, si parece estar confirmado que su propietario, Manuel José Laredo y Ordoño, pintor, restaurador, dibujante, miembro de la Academia de las Artes de San Fernando, y alcalde de Alcalá de Henares entre 1891 y 1893, intervino en la concepción del edificio.

Su arquitectura inspirada en La Alhambra, es todo un alarde decorativo a base de azulejos, inscripciones árabes, almenas, gárgolas, dragones alados, artesonados, miradores, celosías, y vidrieras…. en la que se combinan, sobre la base del neomudéjar, elementos góticos, renacentistas, pompeyanos o modernistas.

En el exterior, construido en aparejo de ladrillo con gran variedad de dibujos geométrico, destacan el gran torreón central, el minarete con reloj, a través del que se accede a una terraza almenada, el templete con sus cuatro columnas nazaritas, arcos de yeserías y cupulín con escama, además del estanque y el cenador de hierro. Y rodeando el edificio, en torno al gran cuerpo central, aparecen garitas, miradores con celosías moriscas, terrazas, ventanales geminados, escaleras, columnas, celosías, ventanales trilobulados y torretas en las esquinas.

En su interior destacan dos estancias: el Salón de Reyes y el Alfarje. Para la construcción del primero, fueron utilizados los nervios góticos traídos del castillo de Santorcaz, que sujetan el techo de la bóveda, en la que aparece representado el firmamento tal y como se concebía en la Edad Media y sus paredes están decoradas con imágenes de los reyes de Castilla, desde Alfonso XI hasta Carlos I.

En cuanto a la Sala del Alfarje, se encuentra a la entrada del edificio, destacando el artesonado mudéjar del siglo XVI procedente del Palacio de don Antonio de Mendoza en Guadalajara. Estos no fueron los únicos elementos traídos de otros lugares ya que su propietario utilizaría igualmente artesonados y cupulines del Palacio de los Condes de Tendilla de Guadalajara; columnas del jardín de la Penitenciaria de Jesuitas de Monte Loranca y azulejos hispanoárabes procedentes del Palacio de Pedro I el Cruel. En definitiva, todo un despliegue de medios para uno de los edificios más originales del neomudéjar madrileño.

Y así, calle a calle, edificio a edificio, hemos llegado al final de nuestra búsqueda del neomudéjar madrileño, un estilo arquitectónico barato, duradero y fácil de construir, que tuvo un gran éxito en la España de finales del s. XIX y principios del XX, y que en Madrid nos dejo edificios que en mayor o menor medida contribuyeron a engrandecer el patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad, pese a que, lamentablemente, algunos hayan desaparecido victimas del progreso y la insaciable voracidad de la especulación.

Deja un comentario